Conversando con el chef Àngel Pascual

Àngel Pascual y su esposa Rosa Morera abrieron el restaurante “Lluçanès” en el año 1991 en Prats de Lluçanès, y en el año 2000 les concedieron una estrella Michelin.  En el 2007 deciden trasladarlo a Barcelona, en el renovado mercado del barrio marítimo de la Barceloneta. Aquí junto al cocinero Javier Miralles abren dos espacios, en los bajos un restaurante de cocina marinera, “Els Fogons de la Barceloneta”, y en la primera planta el “Lluçanès”. Al publicar estas lineas llega la noticia de acuerdo con su socio cierran los restaurante de Barcelona, renunciando a la estrella, y vuelven a sus orígenes con un nuevo proyecto. Quizás algunas de las palabras del chef y las apreciaciones del que las transcribió hayan motivado esta nueva singladura. Les deseamos mucha suerte.

 

Al prestigioso chef Àngel Pascual no le conocía personalmente, me lo presentó un buen amigo cliente de su restaurante. Después de una breve presentación estuvo departiendo con nosotros, y la verdad, de entrada me cayó bien. Le vi una persona muy consecuente con sus ideas y su amor al trabajo que realiza.

Sin duda se cree un privilegiado por trabajar en aquello que le gusta, y poder transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones. Está preocupado por la falta de personal con una buena formación, como aquellos que, en nuestros años mozos, comenzamos como simples aprendices y llegamos a conseguir, no sin gran esfuerzo, el conocimiento necesario para desempeñar nuestro trabajo.

Decía que “había contrastado con profesionales de los mercados que él frecuenta, la falta de personal formado para desempeñar con soltura, eficiencia y empeño todos aquellos oficios, necesarios todavía, para la vida cotidiana. No se encuentran carniceros/as, charcuteros/as y pescateros/as – como ejemplo – para la sucesión generacional. Aún menos se encuentran con el empeño o el deseo de aprender que teníamos nosotros. Por esto, a veces, hay establecimientos en los que el cliente observa un cierto desaire, que influye en la percepción del producto final. Aquella formación de antaño se ha visto relegada por el alumno, que desea la rápida consecución de aspectos más relevantes, cuando antes eran la cúspide de nuestro sueño”.

Comentaba, no con cierta amargura, el contraste con aquellos que, como él, se forjaron en los fogones de un restaurante de multitud de raciones, en los fines de semana. Su padre le exigía y él hace lo propio, aquello que le enseñó. Cree que “este trabajo empieza amando la tierra y los productos que de ella se extraen y que, gracias al buen hacer en la cocina, llega a saborear el cliente”. Recordaba sus comienzos, cuando en plena crisis, en el año 1991, decidió abrir el primer restaurante y ahora lo rememora cuando, aquellos que tuvieron el privilegio (esta apreciación es del autor) de aprender en sus fogones, dejan el “stage” para iniciar su propio sueño.

Sonríe cuando recuerda a aquellos que sufrieron bajo su batuta para forjarse, y hoy ya son reconocidos. Sí, es duro con ellos, como lo fueron con él, pero, gracias a ello, hoy le recuerdan y aprecian. Ahora, veinte años después de aquella primera singladura, mantiene la estrella Michelin que le otorgaron, pero, con o sin estrella, él seguirá en la brecha con la misma ilusión y profesionalidad. Gracias Àngel por compartir tu sueño con nosotros.

 

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